Quietud. Introducción al mindfulness.

Generalmente no usas la mente, sino que ella te usa a ti; esa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente, ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti.

Eckhart Tolle

Se me hacía muy difícil cumplir a cabalidad con los ejercicios de meditación que me proponían en el máster. ¿Una hora sentada, en silencio, quieta y meditando? – Están locos – pensaba. ¡Me encanta pensar! crear hipótesis, planear soluciones, imaginar conversaciones, todo el tiempo pienso y pienso cosas bonitas!

Antes de empezar cualquier actividad de reflexión, debemos estar seguros que tenemos la actitud correcta. La actitud correcta es la que nos permite ayudar a los otros seres a través de nuestra propia transformación. Entender que no somos seres aislados, sino que necesitamos vivir en comunión, en comunidad. Yo soy todos y todos habitan en mi. Lo que le hago al mundo, me lo hago a mi. Todos somos uno, uno con Dios.

En éstos días he llorado mucho, me he limpiado al reconocerme. He visto en esa oscuridad oportunidades de perdonarme, de entenderme y con la luz, he buscado formas de sanarme y sanar a mi tribu, y estoy aquí, contándoles.

La introspección puede llevarte a lugares oscuros de tu mente. A preocuparte sin medida por la catástrofe que ocurre allá afuera y traerla hacia adentro. Puedes empezar a reprocharte, a culparte, ten cuidado, no te trates mal. También en introspección puedes descubrir que tienes espacios brillantes y de mucha luz, ideas, habilidades, talentos, y para explotarlos, debes hacer las pases contigo mismo.

No quiero que pienses que la meditación es exclusiva de los monjes, que es difícil, o que sólo los yoguis y los iluminados pueden hacerla. Nada más lejos de la realidad. Lo único que necesitas para vivirla es estar dispuesto y tener paciencia, nada más y nada menos, lo demás ocurre por sí solo. Empecemos entonces.

Siéntate cómodo y siente.

Inspira en 4 tiempos y percibe tu abdomen inflarse

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Sostén la respiración 4 tiempos más. Cierra los ojos.

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Expira y vacíate. Hunde tu ombligo

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¿Te reiniciaste, no? 🙂

La esencia de toda práctica en el camino al despertar de consciencia es habituarse a uno mismo. Permitir que la mente descanse en su propio estado. Permitir que la consciencia sea consciente de sí misma. Eso es necesario entrenar, nada más que eso. Tenemos que permitirnos que la mente se observe procurando que no hayan distracciones. Los pensamientos son distracciones, los recuerdos del pasado y las preocupaciones del futuro lo son también. Sólo observa, qué pasa por tu mente ahora mismo? ¿Estás comprendiendo lo que lees? ¿Estás pensando en otra cosa?

Yo empecé meditando un minuto, luego tres… Aprendí que si hacía algunos ejercicios de yoga antes, mi mente quedaba más serena y podía meditar más tiempo, siete minutos, luego diez. Aprendí que centrarme en mi respiración me ayudaba a retomar el control sobre mí, y fueron treinta minutos. Aprendí a no juzgarme cuando perdía el enfoque y llegué a 45 minutos. Aprendí a no pensar en hacer sino sólo hacer y llegué a la meta. Como les digo, es un camino de paciencia, de persistencia, pero sí que vale la pena. Aquí ya nada es como antes, ni siquiera yo.

Introduzco también el concepto Mindfulness, en español, consciencia o atención plena. Más que un concepto es una práctica, una forma de vida que te trae al momento presente. Que te hace vivir en el aquí y el ahora, completo, en paz, feliz. Las prácticas mindfulness permiten que vivas éste aquí y éste ahora plenamente presente, totalmente vivo.

En ese sentir donde todo es calmo, pacífico, tranquilo, se logra un estado mental que se llama QUIETUD. La quietud interna se manifiesta externamente. Lo contrario de quietud es movimiento.

¿Y cómo es la quietud?

La quietud se siente como un estado ciertamente avanzado pero a la vez plenamente natural. Cuando la mente logra quietud deja de dar significado a todo lo que ocurre, sintiéndose al fin tranquila. Al descansar en este estado, la mente se torna amplia, lúcida, perceptiva, conteniendo y comprendiendo toda la sabiduría del universo y de sí misma, pero sin aferrarse a nada. Entendiendo el cambio, fluyendo con lo inevitable, atendiendo el presente y continuamente maravillándose con él. Se percibe también la quietud en la actitud que tenemos frente a las cosas que pasan. Esa actitud empieza cuando observamos lo que sucede y reflexionamos ¿qué sentimos?¿cómo nos sentimos con lo que sentimos? Y frente a eso, actuamos del mejor modo posible. También se puede percibir porque repercute en el ambiente, con un espacio más ordenado, en las interacciones, con relaciones más serenas, menos tóxicas y más productivas. Con menos juicios de valor frente a nosotros y a los otros. Con mejor humor, con más estabilidad.

Si establecemos primero la paz en nuestro interior por medio del adiestramiento de nuestros pensamientos, la paz externa se impondrá de forma natural; pero si no lo hacemos así, nunca habrá paz en el mundo por muchas campañas que se organicen en su favor.

Mi hermano me molesta todo el tiempo, aprovecha cualquier excusa para provocarme y crear conflicto. Ante ello tengo dos opciones. Seguirle la corriente con el riesgo de ganar o perder la discusión, ó mantenerme al margen y conservar la calma.

La quietud permite que mantenga la calma. Que comprenda que él actúa desde su inmadurez y que mi estado de consciencia, si es superior, debe entender su estado de inconsciencia y no ceder ante los impulsos.

Otro ejemplo:

Estoy tan aburrida en estos días de encierro que ya todo me irrita, me molesta. Ya he discutido con todos en casa, ya peleé con mi pareja, con mi mamá que me dijo que me calme, pateé al perro, me levanté de la mesa…

El movimiento me hace actuar desde la inconsciencia, perder el control, insultar, gritar, imaginarme cosas para tener más motivos de pelea.

– ¿Qué hacemos frente a eso? -Mantener la calma.

– ¿Cómo mantengo la calma? – Respirando.

– ¡Pero siempre respiro! – Pues respira consciente de que respiras. Obsérvate respirando, siente que respiras, disfruta que respiras.

Respirar es estar vivo.

En la quietud todo tiene un propósito, incluso el encierro. Todo tiene un orden, todo tiene un fin. En la quietud se encuentran soluciones, esas soluciones comienzan en ti, en verte a ti y al mundo con nuevos ojos, sin juzgar, sin recriminar, sin esperar nada a cambio, dejándolo ser tal y cual es. Y cuando desde la quietud comprendes y te dejas llevar, el movimiento surge coherente, tranquilo, fluido.

Cuando estás dispuesto a encontrarte, el universo te abre el camino.

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