Violeta, el corazón del San Gerardo

Violeta es pequeñita, pero con el corazón gigante. Es mi maestra desde que tengo memoria, siempre la miro con respeto por todo el trabajo que ha realizado, por toda la ayuda que ha brindado, y que nosotros, quienes la conocemos de cerca, sabemos a la perfección.

La Dra. Violeta Pilco Correa nace en la ciudad de Loja y siembra aquí, la semilla de lo que hoy es un fuerte roble con flores y frutos de calidad llamado: Unidad Educativa Particular San Gerardo.

Ésta es la historia de Violeta, la pequeña y gran constructora de sueños propios y ajenos, en una entrevista para saritafrutal realizada en su despacho, en la ciudad de Loja el 30 de septiembre de 2019.

¿Quién es Violeta?

Soy la octava hermana de la familia, somos 11 hermanos. Es un número de suerte. Soy una persona un poco tímida pero a la vez muy arriesgada y con grandes metas e ideales, vivo con esta idea de querer transformar el pensamiento de otras personas a través de acciones, porque si uno es parte de un montón no llega a ser nadie; pero si uno puede dejar una huella en este camino, creo que estaríamos buscando esa transformación que no quede sólo en palabras, sino mas bien en cambios que se pueden realizar a través de una inspiración.

¿Cuál es su sueño?

Mi sueño siempre ha sido servir al resto. Desde que era pequeña hemos vivido en San Sebastián y teníamos una vecina que no aprendía, recuerdo que yo estaba en primer curso, octavo año ahora, y la ayudaba dándole clases, ahí nació la inspiración de manejar estos niños que tienen dificultades y que con mucha suerte se llegó a cumplir en mi forma de trabajo, en mi forma de vivir, en mi forma de servir, y es lo que yo he hecho durante todo este tiempo como San Gerardo, servir al resto de personas. A veces sin que nadie sepa, de una manera silenciosa, de una manera muy cariñosa. El servicio uno lo tiene que hacer sin divulgar o usarlo como herramienta para ganar adeptos, eso creo que no va con nuestra filosofía de familia.

¿Sabe cuál es su misión?

La que yo tengo como Violeta, como rectora del San Gerardo, es siempre buscar una educación de excelencia, en un sentido de que los chicos hagan y ejecuten lo que aprenden, que se puedan desarrollar en lo que a ellos les gusta. Si uno no les aporta , no los apoya, no podríamos estar desarrollando bien esta función de formadores.

El recuerdo más bonito de su infancia

Lo que más recuerdo de mi infancia son mis compañeras, eso creo que es algo que me gusta mucho, pero tuve una experiencia un poco negativa cuando las madrecitas de las Marianas nos llevaban a los paseos por caballería.
Era un dia lluvioso y teníamos que pasar por un palo que era un puente. Al inicio nos ayudaron los soldados, pero al regreso no. Yo valientemente me pasé por el río y el río me fue llevando. Fue un momento en donde casi pierdo la vida, pero también me inspiró para tener mas fuerza de lo que podía imaginar que tenía en ese tiempo.

¿Algo nuevo que quiera aprender?

Siempre hay algo que aprender. Si uno piensa que sabe todo se ha estancado, y al uno estancarse, tampoco puede dar de lo poquito o mucho que uno sabe al resto de personas que siguen el camino que uno ha podido trazar.

Si pudiera quedarse toda la vida con la misma edad, ¿cuál sería?

Sería mi infancia. Con  mis hermanos hemos conquistado las montañas que hoy son el Howard Jhonson y un montón de otros edificios antes eran las «Pampas del Masho».

¡Fue lo más bonito que hemos pasado! con mis hermanos bajábamos en los cartones de Supan, nosotros éramos los más ricos porque mi mami con su almacén tenia los cartones de supan grandotes que los otros niños no, y para que sea más bonito le poníamos vela; bajábamos con total velocidad, ni miedo nos daba.

Las pampas del Masho, las montañas de la Ciudadela Zamora, el río, eran nuestra vida, nuestras formas de vivir. Y creo que ahí uno desarrolla estas situaciones que hoy las llaman habilidades blandas: el resolver problemas, superar conflictos, si te caes te levantas, darle la mano a tu amigo cuando está en problemas. Creo que esa es la mayor bendición que tuvimos, papás y hermanos en los que confiar para todo. Esa fue la mejor época de mi vida, compartir con mis hermanos y mis amigos, el quedarnos las noches enteras cuidando las casas que hacíamos para pedir caridad en los años viejos. Hacíamos guardias incluso las mujeres, hacíamos cometas, hacíamos helados, entonces fue el mejor tiempo nuestra infancia al poder compartir con amigos, primos, familiares.

¿Qué es el san Gerardo?

Además de ser un centro de educación, es un lugar mágico que los chicos valoran cuando salen de la institución, antes no; antes somos muy drásticos, muy exagerados, cuidamos mucho.

Pero creo que nos damos el lujo de enseñar valores y enseñar en una línea de respeto, solidaridad y cariño a cumplir con las responsabilidades, donde hay libertad en un sentido de manejarnos con responsabilidad.

¿Cómo el San Gerardo va saliendo de la enseñanza clásica? ¿Qué lo hace especial?

Antes teníamos un centro de estimulación temprana que se llamaba CLAPET, fue tan exitoso que mi mamá nos dio ese espacio en el centro, y se convirtió en San Gerardo.

Habíamos construido el primer edificio grande, de tres pisos, con colores, que salía de lo tradicional. Siempre los centros de educación inicial eran medias aguas, ahí los arreglaban.

¡Fue el boom nuestro San Gerardo! de los 30 estudiantes con los que empezamos, teníamos 85 y más matriculados. Fue algo muy importante para Loja, pero decepcionante porque los niños iba a jugar. Y jugaban y jugaban y jugaban, y los papás decían: – Bueno, y ¿cuándo aprenden? no mandan deberes, no hacen las planas de las vocales, o mi hijo que es un varoncito está en un rincón de cocina jugando con la muñeca.

Ésto nos costó mucho porque el siguiente año quedamos solamente con 15 alumnos y esta idea del San Gerardo se iba a pico, porque la educación tradicional en contraste con esta educación activa, creativa, con libertad, fue algo muy fuerte.
Pero algo que nos caracteriza como familia es ser luchadores, no nos dejamos amilanar, seguimos con todas las personas que confiaron en nosotros: familiares, amigos, padres de familia, que vemos que no se equivocaron, hoy los chicos están súper bien en cualquier parte del mundo con esta preparación diferente.

Hoy por hoy se la maneja de manera muy elegante, pero desde un principio todos en el San Gerardo se formaron con filosofía Montessori, y esto nos hace a nosotros especiales.

¿Cómo le enseñan a los chicos cuál es la misión que tienen como personas? 

La misión que tenemos nosotros es lograr que ellos confíen en cada uno de ellos. Cada estudiante debe saber que es especial, que es capaz de cumplir sus sueños, cada estudiante debe saber que nada es imposible porque si nosotros acá como directivos, profesores, compañeros, los estamos apoyando, creo que todo en la vida puede resultarles mas fácil, y eso tratamos, de no ponerles trabas, y enseñarles a que ellos no se pongan limitantes. Todos los que salen de acá están haciendo en su trinchera de lucha, algo diferente y eso nos hace muy sentir orgullosos.

A nivel global vivimos crisis económicas, sociales, culturales, ambientales, ¿de qué manera podemos enseñar a los jóvenes a poner un granito de arena para lograr que en esta situación oscura, se filtre la luz?

Al nosotros ponerles tareas. Cada vez que viene un niño a mi oficina a decirme: – Violeta, tengo un proyecto. Le digo: – Bueno adelante, cúmplelo! Hazlo! Solamente traza bien tu proyecto, escribe bien tus objetivos, hazte una meta, incluso ve la parte económica que es lo que frena a todos, y nosotros vamos aportando.

Nosotros enseñamos a los chicos a través del ambiente para que puedan participar en ponencias mundiales y que sean nuestros embajadores, que salgan a la calle con el mensaje de cuidar el musgo. Después de muchos años de lucha ahora ya ha sido instaurada como política del Municipio «No usar musgo en tiempo de navidad» Y no es de un momento a otro, han sido veinte años de salir a las calles con los estudiantes, ir los domingos de ramos a decir no usen las palmas de ramos, de ir in situ a donde están los problemas.
La única manera de hacer que los estudiantes puedan reclamar sus derechos es yendo al lugar donde hay que ir. Hemos limpiado playas, ríos, montañas. Hemos compartido la experiencia con nuestros chicos sin tener jerarquía, aquí todos somos iguales, todos podemos. De esta manera empezamos a preparar a estos jóvenes para que su voz pueda oirse en cualquiera de las profesiones que quieran seguir, y puedan hacer la diferencia.

¿Tenemos que ser berrinchudos con nuestros sueños?

Eso es lo mas bonito, por dos motivos:
1. Si nadas contra corriente los músculos se fortalecerán y estarás con la fuerza para hacer lo que quieras.
2 ¿Por qué ser parte del montón? Debemos dejar una huella, un camino.

Hago bromas cuando vienen los papás y me encuentran barriendo y preguntan: -¿Quién es la rectora? y les digo: -Yo mismo. Porque uno enseña ahí a través del ejemplo. Uno tiene que convivir, y convivir significa ser igual. Jamás uno creerse más o mejor porque tiene una situación o puesto.
El cariño de los estudiantes se gana cuando uno está ahí con ellos, en las bromas, en los momentos fuertes, halándoles la oreja, riéndonos con ellos, haciendo las travesuras, yendo a dar serenatas en los días de las madre. Haciendo nuestros campamentos, prendiendo nuestras hogueras, durmiendo en el piso cuando hemos tenido que salir de loja a nuestras clases verdes, eso hace hermoso el proceso.

¿Cuál sería su slogan?

Haz lo que te gusta con pasión, y eso hará la diferencia en el ser humano que eres.

Pienso y encuentro muchos motivos por los cuales admiro a Viole, a su labor y su forma de ser, pero creo que el que cautiva mi corazón, es tener la dicha de conocer de cerca el gran corazón que tiene, ella es bondadosa, resiliente y entregada con su familia, que significa el mundo para ella. Y eso es una de sus virtudes que abrazo y que deseo imitar.

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