Duelo por pérdida de una mascota: aprendiendo a vivir sin nuestro mejor amigo

Hace una semana que el cuerpo de Beckham descansa. Siempre que la gente habla de historias de perros, yo detallo con orgullo la relación casi mágica entre mi primo Davicho y su perrito, siempre hablaba fascinada de cómo lograban comunicarse, les contaba que Beckham era un alma noble y sabia, que traía lo que le pedían, que comía limones y aguacates, que respetaba los límites de las puertas sin salirse a la calle ni meterse a la casa, que cuidaba a los niños como si supiera que su gran tamaño podría tumbarlos, que alegraba la casa, que se sentaba a tu lado en silencio cuando estabas triste.

Cuando supe que su partida era inevitable, pensé mucho en mi tía y mi primo, incluso en el otro perrito que quedaba en casa, sentí mucha tristeza porque en esa familia yo pude conocer y aprender acerca del amor y la incondicionalidad de las mascotas. Beckham era un miembro de la familia y hoy me animé a escribir sobre esto, quizás hayan muchas familias como la mía que están pasando por esta pena.

Un duelo es un proceso psicológico y emocional necesario al que nos enfrentamos cuando vivimos una pérdida, en los duelos por pérdida de mascotas existen algunos detalles a tomar en cuenta para cumplir con el proceso de una manera sana.

1. Duelo no reconocido: es muy común que frente a esta pérdida, las personas tengan difiicultades para una correcta resolución del duelo debido a las actitudes sociales a las que tienen que enfrentarse. Adams et al. (2000) descubrió que la mitad de las personas que habían sufrido este tipo de pérdida, tenían el sentimiento de que la sociedad NO consideraba que su situación mereciera un proceso de duelo. Además, que es común que la sociedad reste importancia al dolor y que no legitime el profundo vinculo entre una persona y su mascota, considerándola incluso reemplazable.
Frente a esto, los dolientes pudieran enfrentarse a un duelo no reconocido.

Un duelo no reconocido aparece cuando una persona siente que su proceso no tiene reconocimiento, validación, ni apoyo. Algunos comentarios que lo ejemplifican son: «sólo es un perro, cómprate otro, no puedes echarte a morir». Puede dificultar el transcurso natural del duelo ya que podría obligar a la persona a «hacer como si nada hubiera ocurrido» , retener internamente sus emociones y negarse a pedir ayuda por verguenza o miedo, desembocando en un duelo complicado o no resuelto

(Kaufman y Kaufman, 2006)

2. Culpa: diversos autores han investigado que la culpa es un factor mayoritariamente presente en los casos de pérdida de mascotas y es explicada por el tipo de relación en la que el cuidador se considera el total responsable de la vida de su compañero, por lo cual, la relación es de total dependencia. Sumándole a esto, que los humanos veríamos a nuestras mascotas como indefensas, esto llevaría a una relación parecida al de un progenitor con su bebé. La muerte por eutanasia sería un claro factor en la culpa, potenciándola en la mayoría de los casos. Por una parte, puede verse como una alternativa liberadora del sufrimiento del animal, pero también puede tenerse el sentimiento de que ha tomado la decisión de la muerte de su amigo, convirtiéndole a él en asesino. Si éste último es el caso, se recomiendan algunas sesiones de psicoterapia para reformulación del diálogo interno, así como charlas con personas que hayan pasado por situaciones similares, con familiares que estén sintiendo la misma pérdida, en la que se pueda abordar a la culpa como una emoción real y sin connotaciones de verguenza.

3. Ritos funerarios: tal como sucede en la pérdida de familiares y amigos, los ritos funerarios pueden permitir que exista una elaboración del duelo más saludable, nuestra mente asimila la pérdida de una forma distinta. Un entierro y una posterior lápida a dónde recurrir cuando se extrañe su presencia puede ser un lugar de refugio y un espacio donde aliviar la soledad.

Algunas Recomendaciones

  • Crear conciencia de la importancia de este tipo de pérdidas podrá ser fundamental para las generaciones venideras. Hablar en primera persona con amigos, familiares y conocidos de lo que se siente y cómo se vive el proceso, funcionará como terapia de catarsis y alivio.
  • Sería útil llevar a cabo un homenaje para la mascota, una despedida en formato de carta, recitar unas palabras en su nombre, elevar oraciones, expresar los pensamientos con palabras es altamente recomendable ya que ayuda a reorganizar los propios sentimientos e ideas y también permite poder plasmar lo mucho que la mascota nos ha aportado. Otras ideas incluyen sembrar un árbol ó nombrar a uno con su nombre en su honor, llevar una pulsera para recordar que la esencia de la mascota siempre estará presente.
  • El doliente no debería aislarse ni evitar reconectar con nuevas mascotas o formas de vida. No es recomendable intentar llenar ese hueco desesperadamente teniendo a otra, ya que una nueva mascota no ha de ser un reemplazo. Cuando aparezca la sensación de que se ha pasado buena parte del duelo y es el momento, entonces seguro que habrá muchos animalitos esperando a que se les pueda dar cariño.
  • Intentar reducir paulatinamente los pensamientos amargos y quedarse con los felices, recordar lo muchos buenos momentos que nos ha aportado nuestro compañero, para así crear resiliencia. Recordar que somos nosotros quienes creamos pensamientos y no los pensamientos quienes nos controlan a nosotros, es un buen recordatorio para aquellos momentos en que la tristeza o angustia intenten dominarnos.
  • Pedir ayuda siempre que sea necesario, contactarse con amigos y familiares, ocuparse en actividades que generen placer puede ser parte del mecanismo de acción.

Tengo la plena certeza de que la muerte es un estado profundo de la vida porque nos obliga a ir más alla de lo carnal, de los sentidos, nos invita a buscar con el corazón y desde ahí no hay ausencias, hay infinita presencia.

– En memoria de Beckham Patricio 🖤

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